miércoles, 6 de enero de 2016

Deambulando


Desde la calle nada advierte la presencia de la vivienda de los Bardi. Una simple cancela verde en un muro de bloques de cemento nos da paso a una parcela densamente arbolada.


Atravesamos el espacio natural por medio de unos pequeños senderos que son la unica modificacion significativa que realiza Lina en el terreno. Este transito hacia la casa, en pendiente, entre los arboles, nos prepara y relaja, purifica al visitante antes de entrar en la casa. Un concepto (este de la purificacion por el camino)presente en la cultura japonesa, en los senderos de piedras de las casas de te 


La casa se va desvelando entre las ramas de los arboles, perfectamente integrada, complementando el paisaje, con esa idea wrightiana de que la arquitectura debe agraciar el paisaje en lugar de desgraciarlo.

Una vez alcanzamos el edificio, el voladizo se nos presenta como una estructura protectora, un cobijo de los elementos, especialmente la lluvia, tan común en Brasil. Pero también apreciamos una dimensión escultórica, un chorro de luz brota desde el hueco del forjado que resulta ser un patio, quizá desde esas ventanas los Bardi observaran a sus invitados. 
También encontramos una escalera, escultórica, liviana, que se retuerce como un ultimo esfuerzo antes de entrar en la casa, también nos sirve de preludio de lo que vendrá después, dos planos uno arriba y otro abajo encuadrando la vista de la naturaleza, protegido a la vez que expuesto
 Segun subimos los peldaños, nos sumergimos en la casa, zambuyéndonos de cabeza según entramos en el volumen oscuro de hormigón, abrimos una puerta y de nuevo, luz. Los grandes ventanales nos proporcionan una vista intima y fascinante de la naturaleza que nos rodea casi claustrofóbicamente.
Avanzamos a través del amplio espacio abierto del estar, cruzamos el comedor rodeando la caja de luz que es el patio y nos adentramos en la parte privada de la casa, radicalmente distinta, opaca, tradicional, la cocina de frente, grande y moderna, a nuestra derecha dejamos los dormitorios, la zona mas privada de la casa, reservada a sus propietarios.

cruzando la cocina nos fijamos en las vistas que un ventanal a nuestra izquierda nos ofrece del barrio de Morumbi.

Un ultimo volumen se abre, también a nuestra derecha antes de alcanzar la puerta trasera, el ala de servicios, con dormitorios y otras salas destinadas a los posibles empleados del hogar e invitados, si fueran necesarios.
Atravesamos la ultima puerta y nos encontramos de nuevo en la naturaleza, una pequeña terraza intima, con una mesa y una barbacoa, un espacio familiar y resguardado del exterior.




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